El bombardeo de la sinagoga en la calle Copernic de París el 3 de octubre de 1980 fue un evento desgarrador que marcó uno de los primeros casos de terrorismo internacional moderno dirigido contra judíos en Europa occidental. Este ataque no solo tenía como objetivo infundir miedo en el seno de la comunidad judía, sino que también buscaba desafiar los valores de libertad, igualdad y fraternidad de la República Francesa. Perpetrado en la víspera de Simjat Torá, la festividad judía que celebra la conclusión del ciclo anual de lecturas de la Torá y el comienzo de un nuevo ciclo, el ataque convirtió el evento festejado en una noche de luto y marcó un momento sombrío en la historia de la Francia de posguerra.

Antecedentes:

La sinagoga de la calle Copernic, ubicada en el elegante distrito 16 de París, congregaba a aproximadamente 300 personas para las celebraciones de la festividad. Los asistentes eran principalmente jóvenes, reunidos para marcar el final de Simchat Torá. La sinagoga, ubicada en un barrio tranquilo y próspero, no estaba preparada para un ataque tan brutal y no provocado.

Detalles del ataque:

Una bomba colocada en una motocicleta estacionada fuera de la sinagoga explotó justo cuando la congregación se preparaba para salir del servicio. La explosión causó daños significativos a la sinagoga y a los vehículos cercanos, lo que generó caos y pánico entre los asistentes y los residentes locales. El momento de la explosión, coincidiendo con el final del servicio religioso, sugirió que los perpetradores tenían la intención de causar el máximo de víctimas entre los fieles.

Víctimas del ataque:

El ataque se cobró la vida de cuatro personas: Aliza Shagrir, Jean-Michel Barbé, Philippe Bouissou e Hilario Lopes-Fernández. Aliza Shagrir era la esposa del cineasta israelí Micha Shagrir. Jean-Michel Barbé y Philippe Bouissou eran franceses, transeúntes que casualmente estaban cerca de la sinagoga en el momento de la explosión. Hilario Lopes-Fernandez, un conserje portugués que trabajaba en una escuela cercana, también se encontraba entre los asesinaod. Adicionalmente a las víctimas mortales, el bombardeo dejó varios heridos, causando secuelas físicas y psicológicas en los sobrevivientes y en la comunidad judía en general.

Desde un principio, el ataque fue atribuido a una variedad de grupos extremistas, señalando a facciones del Medio Oriente y de extrema derecha. Sin embargo, la responsabilidad nunca se asignó de manera concluyente, y el caso permaneció envuelto en misterio durante años, contribuyendo a un clima de miedo e incertidumbre dentro de la comunidad judía y parisina en general.

El ataque bomba contra la sinagoga de la calle Copernic es un recordatorio contundente de los peligros del antisemitismo y el extremismo. Subraya la necesidad continua de vigilancia, solidaridad y protección de todas las comunidades contra el odio y la violencia. Tras los eventos, el gobierno francés y organismos internacionales se vieron impulsados a adoptar posturas más firmes contra el terrorismo y a reforzar la seguridad de los lugares de culto y las reuniones comunitarias. Este trágico evento constituye otro doloroso ejemplo de la necesidad de un compromiso duradero para con la paz, la tolerancia y el respeto mutuo entre las diversas comunidades.